Vocación

¿Qué es la Vocación?

marzo 26, 2021

Por Héctor Diego Medina

Todos recordamos con más o menos claridad cuando de niños nos hacíamos la pregunta “¿qué quiero SER de grande?. Yo tengo imágenes de momentos muy agradables al hojear un cuento que mi Mamá me compró, en el que cada página explicaba, con un dibujo y con unas cuantas palabras, cada una de las profesiones clásicas: doctor, arquitecto, astronauta, bombero, policía, etcétera. Los recuerdo como momentos de dulce expectativa, que me agradaban, me hacían sentir muy bien: el doctor se veía muy contento atendiendo un paciente, el bombero muy atento apagando un fuego, y así cada uno con su trabajo. “Quiero SER como alguno de ellos”, pensaba a mis 5 ó 6 años.

Después, ya de adolescente comenzaron los cuestionamientos del tipo “¿qué quiero o qué debo HACER con mi vida?”. Ya no había dibujos que me expusieran momentos y sensaciones, ahora había exámenes de orientación vocacional que arrojaban un par de carreras que debía estudiar, y la presión que percibía sobre cuáles carreras son mejores “para ganar más dinero”, o con qué título “me veré mejor”, “¿qué van a decir mis amigos, mi familia?”. A pesar de que al final me decidí por una carrera que me apasionaba, sentía que algo faltaba aún y seguí cuestionándome. Fue por ello que me interesó mucho el tema de la vocación.

A través de un largo y divertido camino, y con la ayuda de mucha gente, me di cuenta que la pregunta que nos hacemos de niños “¿qué vas a SER de grande?”, contiene una palabra mucho más esencial que la pregunta posterior de “¿qué HACER con la vida?”, y que algunos aspectos de los dibujos del cuento que mi Mamá me regaló podrían mostrar mucho mejor el camino, que los exámenes de orientación vocacional. Esto no quiere decir que HACER sea poco importante, o que las pruebas vocacionales no sirvan de nada. Solo que por todo lo que he visto, el SER precede el HACER. Entonces, ¿la vocación se trata de llegar a ser quien realmente soy, como decía Píndaro? Sí, porque solo así podemos hacer lo que realmente nos apasiona.

Muchos podrían decir que si ya “soy el que soy”, no me queda nada por cambiar, no hay trabajo vocacional posible. Nada más lejano de la realidad. Y es que el descubrimiento conlleva esfuerzo. Por supuesto que hay que tomar decisiones. Se trata de ir creando nuestra propia obra de arte del “trabajo de la vida”. Pero ese HACER se manifestará de una manera mucho más orgánica, genuina y por tanto efectiva y exitosa si proviene del verdadero SER. Entonces, primero somos, luego hacemos. Pero al decir SER no me refiero a una profesión en particular, como el texto que aparecía en el cuento, sino más bien de la imagen que mostraba un momento (el doctor sonriendo, el bombero concentrado). Y ese es el primer paso de la vocación, la primera dimensión: la paz. Hay que respirar y estar presentes, regresar a nuestro cuerpo, dejar de darle tantas vueltas al tema, y simplemente aceptar el momento presente, tal cual es, con apertura, con curiosidad, sin juicios y de forma amorosa. SER.

Después podemos entonces, con tranquilidad, reflexionar sobre aquello que en realidad nos apasiona, es decir, el propósito de vida. No necesariamente se traduce en una profesión específica como “doctor”, pero sí en un tipo de actitud general, como por ejemplo “ayudar a la gente”. Misma que nos ubica en el mundo, en la sociedad, y nos da la dimensión de la compasión. Para, a partir de ahí, aterrizar y definir nuestra estrategia de acción concreta y decidir, ahora sí la profesión o el puesto de trabajo como “doctor” o “bombero”. Como vemos, la profesión no es la vocación. Es solo una manifestación de la misma.

En ese sentido, podemos decir que la vocación es un continuo proceso de descubrimiento y construcción personal, basado en las características tanto espirituales como genéticas del ser humano con el objetivo de llevarlo a una verdadera y profunda realización de su propósito de vida en el contexto de la sociedad a la que pertenece. Al decir “espirituales” me refiero, no necesariamente al ámbito religioso, sino en general a aquel conjunto de actitudes y experiencias que pueden llevar a un estado más pleno de la conciencia. E incluyo “genéticas” porque son los “colores” con los que nos toca pintar la obra de nuestra vida, mismos que forman nuestra personalidad, pasiones, aptitudes, etcétera. Y hablo de “contexto social” porque al final importa, y mucho, el lugar en el que estamos, la formación familiar y escolar que recibimos, y aquello que nos interesa mejorar, cambiar, o reforzar del mundo como parte del propósito de vida.

Es a partir de esto que podemos llevar lo que yo llamo “VOCACIÓN TOTAL” con sus cuatro dimensiones (paz, pasión, compasión y acción), como una brújula esencial que nos permite tomar mejores decisiones de carrera profesional, trabajo, emprendimiento, entre otras, para llegar a SER quienes realmente somos, y entonces HACER lo que verdadera y profundamente queremos. Hoy me doy cuenta que la vocación está en la sonrisa del doctor al revisar a su paciente. Eso denota un momento pleno. La vocación está en la concentración del bombero apagando un fuego. Eso representa un momento completo. Tanto la sonrisa del doctor, como la concentración del bombero al estar HACIENDO su trabajo, nos muestran una presencia total que solo puede surgir del SER, de su verdadera vocación.

 

por Encauce